"Tengo la ‘rompe huesos’… no puedo ni moverme y me duelen las coyunturas", confesó Juana a sus clientas en su salón de belleza, ubicado en el Proyecto San José de Bajos de Haina, cuando ni siquiera podía cerrar la mano para agarrar el cepillo y el “blower”, herramientas con las que se gana la vida.
Muchas se rieron al escuchar a la elocuente y risueña morena hablar pausado y con “voz de enfermo”, nadie la comprendió exactamente, sin embargo ella trataba de explicar los síntomas que le provocó chikungunya. Luego de una semana se enfermó su esposo y también su hijo, entonces ella comenzó a preguntarle a las clientas si sabían algo sobre la enfermedad.
“Eso es un bacá en Nigua”, dijo una joven que se secaba los rolos; otra que profesa la religión evangélica la mandó a leer la Biblia porque esa era “la peste de los últimos días” y una adolescente que entraba al negocio afirmó que la chikungunya era un virus que estaba en el aire, que hasta su tía en Nueva York lo tenía.
Por Cinthya Abreu / Periódico Hoy
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