En cada comunidad hay figuras que trascienden, no solo por lo que hicieron, sino por lo que representan en la memoria colectiva. En Haina, una de esas figuras es Víctor Capellán Frías, conocido como "Vitin". Su nombre es sinónimo de historia y fotografía, y su legado se mantiene vivo en la memoria de quienes crecieron y vivieron bajo el lente de su cámara.
Vitin es mucho más que un fotógrafo; es un cronista visual de Haina. Durante décadas, su cámara capturó momentos cotidianos, celebraciones, reuniones familiares y eventos históricos de la comunidad. En una época en la que lo digital aún no existía y las imágenes se imprimían con paciencia y dedicación, Vitin construyó un archivo invaluable: un espejo del pasado que conecta generaciones.
Su local, ubicado en la calle Duarte, siempre tuvo una apariencia sencilla, pero en su interior albergaba un mundo de recuerdos. Aunque el tiempo parecía detenerse en aquel espacio, las imágenes que pasaron por su lente narraban el progreso, las alegrías y los cambios en Haina. Su trabajo no solo documentó personas y eventos, sino que también dio identidad a una comunidad que, en cada fotografía, encontraba un reflejo de sí misma.
Un legado de memorias compartidas
Hablar con Vitin es como abrir un libro de historias olvidadas. "Tengo una foto de tus padres, lo que pasa es que tengo que buscarla, porque son muchas imágenes", solía decir.
Aunque el ritmo del mundo ha cambiado y lo "pecuniario" tiene hoy un peso diferente, el trabajo de Vitin sigue siendo invaluable. En una época donde el arte y el oficio muchas veces compiten con lo inmediato, su dedicación al detalle y al valor humano de cada imagen es una lección para las generaciones actuales.
Un peso histórico inigualable
Vitin es, sin duda, una marca en Haina, una de esas que no necesitan campañas ni grandes anuncios para ser reconocidas. Su legado no solo está en las fotografías que tomó, sino en el impacto que dejó en cada persona que alguna vez se sentó frente a su cámara. Hoy, aunque ya no desempeñe su labor habitual, su sonrisa y su satisfacción al reencontrarse con conocidos siguen siendo un recordatorio de lo que significó su trabajo: un puente entre el pasado y el presente.
El fotógrafo de todos
Para quienes tuvieron la oportunidad de cruzarse con él, Vitin es una parte esencial de su historia personal. En cada encuentro, su calidez y su humildad sorprenden, y sus anécdotas nos recuerdan que, más allá de las imágenes, lo importante son las conexiones humanas que dejó tras de sí.
En mi caso, aún espero esa foto de mis padres, "Los Mellizos", que seguramente se encuentra en algún rincón de su archivo. Esa búsqueda, que para él parece eterna, es también un reflejo de su legado: en cada imagen guardada hay un fragmento de nuestra identidad, esperando ser redescubierto.
Vitin no es solo un fotógrafo; es la memoria viva de Haina. Un testimonio del pasado, un ícono del presente y un recordatorio de que la historia de una comunidad no se escribe solo con palabras, sino también con imágenes que capturan su esencia.
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